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La participación de los profesionales y las profesionales de medicina y enfermería familiar y comunitaria en las tareas de estudio de casos sospechosos y contactos debería aportar algunos aspectos basados en las características fundamentales de la atención primaria y su cercanía con el entorno comunitario.
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El estudio de contactos consiste en identificar a las personas que han podido estar expuestas a un posible contagio por parte del caso, clasificarlas según la intensidad de contacto (o la probabilidad de haberse contagiado), realizar las pruebas diagnósticas que sean pertinentes y establecer un programa de seguimiento adecuado.
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La gestión de brotes trae consigo, como toda práctica en el ámbito de la salud, la aparición de diferentes consideraciones éticas que han de ser tenidas en cuenta, abordadas e integradas en la práctica habitual.
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Los profesionales de atención primaria pueden verse envueltos en la necesidad de gestionar situaciones epidémicas desde prismas muy diferentes (tratamiento clínico, estudio de contactos, apoyo a tareas de educación comunitaria, etc.); por ello, y especialmente cuando se produzca en un entorno de alta incertidumbre y falta de conocimiento, es necesario delimitar el ámbito de experiencia y conocimiento, reconociendo lo que se desconoce y buscando apoyo donde sea preciso.
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La mayor vulnerabilidad de las sociedades contemporáneas a la aparición de brotes y epidemias durante las últimas décadas hace que desde la atención primaria se vaya a tener que actuar, en ocasiones, como el lugar desde el cual enarbolar una respuesta polivalente que capacite a los sistemas sanitarios basados en la atención al paciente crónico, de modo que puedan dar respuesta a lo recurrente, aunque inesperado.
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