La emergencia climática que sufrimos en el mundo es innegable. El aumento de temperaturas extremas en la tierra y en los mares (calentamiento global), se acompaña de efectos cada vez más graves y frecuentes.

La emergencia climática afecta mayormente a la población más vulnerable y con menos recursos, pero abarca también a los países más desarrollados.

La mayor parte del CO2 (60%) se origina en la producción de energía a partir de combustibles fósiles; una menor parte por el transporte (14%) y la industria (9%).

La producción de alimentos representa del 21 al 37% de los gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial, incluyendo los desperdicios alimentarios.

Los alimentos que más GEI generan son los de origen animal y los que menos, con diferencia, los de origen vegetal.

La evidencia científica nos ha mostrado que el modelo de dieta que es buena para la salud humana es beneficioso para la salud del planeta. De ahí nace el concepto de dieta sostenible.

Entre los patrones de dieta saludable, la mediterránea es la que más nivel de evidencia ha demostrado y es una de las que debería recomendarse.