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El tratamiento anticoagulante ha demostrado una gran eficacia en la prevención de ictus y enfermedad tromboembólica, asumiendo un ligero incremento en el riesgo de sangrado.
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Es recomendable que el paciente esté informado de cómo actuar ante situaciones frecuentes de la vida cotidiana, así como qué debe hacer ante sangrados tanto leves como importantes.
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El paciente debe informar al personal sanitario de que está siguiendo un tratamiento anticoagulante cuando acuda a consultas, urgencias, pruebas diagnósticas o intervenciones quirúrgicas.
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Los fármacos antivitamina K precisan una monitorización estrecha de su efecto, y debido a sus interacciones farmacológicas y alimentarias, una estabilidad y constancia tanto en los tratamientos adicionales como en la dieta.
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Los anticoagulantes orales de acción directa, aunque no precisen monitorización de su efecto, sí precisan, como cualquier tratamiento crónico, un adecuado seguimiento.
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