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Los fotoprotectores tienen como función evitar las quemaduras solares y el cáncer de piel. También ayudan a reducir discromías como el cloasma, el fotoenvejecimiento (arrugas, lentigos solares, laxitud de la piel) y previenen el desarrollo o el empeoramiento de enfermedades fotosensibles (rosácea, lupus eritematoso, dermatomiositis, etc.).
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Pueden ser físicos (compuestos de óxido de zinc o dióxido de titanio) que se depositan en el estrato córneo, no se absorben y repelen la radiación solar, o químicos (contienen benzofenonas, octocrileno, cinamatos y derivados del PABA) que absorben la radiación y la dispersan y penetran la piel. Pueden producir dermatitis de contacto y se detectan restos en la sangre pudiendo ser disruptores endocrinos.
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Médicos y farmacéuticos han de conocer la composición y las propiedades de las cremas antisolares, su espectro de acción, cómo y cuándo aplicarlas, los riesgos ambientales y las medidas de fotoevitación con el fin de educar a los pacientes sobre las mejores estrategias en cada caso. También es fundamental conocer la textura del protector solar para adaptarla a la región de la piel donde aplicarla y el factor de protección solar (FPS). Todo esto es fundamental para conseguir una fotoprotección efectiva.
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Además, son igualmente esenciales cambios de conducta como llevar ropa no escotada, sombrero que proteja la cara, las orejas, la región retroauricular y la nuca, buscar la sombra y usar gafas protectoras de los rayos ultravioleta, en especial en los niños y las personas de fototipos claros o con muchos nevus.
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Para aconsejar el fotoprotector más indicado se ha de identificar el fototipo del individuo:
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Para individuos con un fototipo ≥ 3 (se broncea con facilidad) es suficiente una crema solar con FPS ≥ 15, tanto para uso diario como uso recreacional (tomar el sol 2 horas en la piscina o jugar un partido de fútbol).
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Para personas con fototipos claros (se queman con facilidad) se debe recomendar un fotoprotector son FPS ≥ 30 para uso diario, para trabajar al aire libre e incluso para una exposición solar recreacional.
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En situaciones especiales: pacientes con vitíligo o albinismo, individuos con enfermedades fotosensibles como la rosácea o el lupus eritematoso, inmunodeprimidos, personas con lesiones premalignas como queratosis actínicas o antecedentes de cáncer de piel, se debe recomendar una crema antisolar con FPS 50+ (fotoprotección estricta). En este caso es conveniente una dieta rica en vitamina D y tomar suplementos de esta vitamina (600-800 UI/d) en especial mujeres postmenopáusicas.
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La crema debe aplicarse adecuadamente (2 mg/cm2, por toda la piel descubierta, incluyendo las orejas, la región retroauricular y la nuca). Si no se aplica este espesor se reduce el FPS de la crema. También se ha de tener en cuenta que los fotoprotectores pierden su eficacia al cabo de 2-3 horas e incluso antes si la persona se ha bañado.
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