La acción comunitaria en salud ha resurgido con fuerza en los últimos años, coincidiendo con un momento en que la crisis económica y la aplicación de políticas de austeridad han empeorado la salud, principalmente mental, de aquellas personas en situación de mayor riesgo de exclusión social.

La prescripción social pretende evitar o reducir la medicalización de los malestares de origen social al basar la respuesta terapéutica en la recomendación de activos en salud locales.

La acción comunitaria en salud es un proceso de construcción colectivo cuyo objetivo es mejorar las condiciones en que viven y trabajan las personas, conlleva un incremento del control y poder de las personas y comunidades, para generar salud y bienestar.

La acción comunitaria en salud, responsabilidad de los profesionales de atención primaria de salud y de salud pública precisa de una reorientación de los servicios sanitarios y de un trabajo en red e intersectorial con otros actores.

Los procesos de implementación de la prescripción social y la acción comunitaria en salud presentan importantes puntos de encuentro.

Se describen técnicas y acciones clave para la implementación de la orientación comunitaria a nivel del equipo de atención primaria, del equipo y de la comunidad siguiendo la propuesta del termómetro comunitario desarrollado por el Observatorio de Salud de Asturias.

La prescripción social se verá favorecida cuando se realice en el seno de un proceso comunitario, o puede ser la semilla para iniciarlo, especialmente si contiene los elementos clave: intersectorialidad, participación, mirada de equidad y la evaluación.

La COVID-19 ha supuesto que en muy poco tiempo la atención primaria haya pasado a ser en gran medida por vía telemática. Esto supone una barrera para el acceso en personas mayores y sin recursos. Respecto a la prescripción social, es urgente encontrar vías para darle continuidad, dado que las personas en riesgo de soledad o aislamiento lo están cada vez más.