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Los nevus melanocíticos son tumores benignos que derivan de los melanocitos. Se caracterizan histológicamente por nidos y cordones de células melánicas en la unión dermoepidérmica y/o la dermis. Su importancia estriba en distinguirlos del melanoma, su contrapartida maligna. El principal factor de riesgo de los nevus es la exposición al sol en edades tempranas pero también existe una predisposición genética.
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Pueden ser congénitos o adquiridos. Algunas variantes de los primeros son los nevus de Spilus, los nevus de Ota y los nevus de Ito. Entre los segundos destacan el nevus azul, el nevus de Sutton y el nevus de Spitz y de Reed.
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Los nevus melanocíticos congénitos se originan durante la vida fetal y suelen estar presentes en el nacimiento. Se localizan principalmente en el tronco y en las extremidades. Se presentan como máculas de bordes irregulares, de color marrón claro a marrón oscuro, casi negro. Con los años pueden evolucionar y presentar hipertricosis o adoptar un aspecto verrugoso. Según el tamaño se pueden clasificar en: pequeños, medianos y gigantes.
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El riesgo de desarrollar un melanoma de los nevus melanocíticos congénitos varía según su tamaño. Es de menos del 1% en los pequeños, mientras que se considera de casi el 5% en los gigantes. Por ello se recomienda realizar controles clínicos periódicos en todos los casos, principalmente en los de mayor tamaño, y practicar exéresis-biopsia en los casos que manifiesten signos de atipia clínica (policromía, bordes irregulares, cambios en el tamaño, desarrollo de nódulos en superficie).
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Se denomina nevus de Spilus a una lesión pigmentada congénita, habitualmente de color café con leche, sobre la que se asientan múltiples nevus junturales o compuestos, que suele localizarse en tronco y extremidades. El nevus de Ota consiste en una mácula pigmentada, azul-grisácea, en la región oftálmica y maxilar del nervio trigémino. El nevus de Ito es clínicamente idéntico al nevus de Ota, pero afecta la parte superior de la espalda y el hombro.
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Los nevus melanocíticos comunes adquiridos aparecen desde los 6 meses de vida hasta la cuarta década. Son más frecuentes en personas de piel clara y predominan en tronco y extremidades. Se presentan como máculas o pápulas simétricas, menores de 6mm, con pigmentación homogénea y bordes definidos. Según la localización de los nidos de melanocitos, se clasifican en junturales, compuestos e intradérmicos, con lo que varía su aspecto clínico. Se tienen que realizar controles periódicos de aquellos casos con más de 50 nevus y, de forma más estricta, cuando presenten atipia clínica (2 o más criterios ABCDE).
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Los nevus azules consisten en máculas o pápulas gris-azuladas que presentan esta coloración por el fenómeno Tyndall. El nevus de Sutton se observa como una mácula o pápula central marrón-rosada rodeada de un halo de hipopigmentación y es frecuente en la espalda. El nevus de Spitz aparece como una pápula semiesférica, lisa, de color desde rosado a marrón oscuro. Suele afectar a los niños o a menores de 20 años y suele localizarse en la cabeza o el cuello y, más raramente, en las extremidades. Existe una variante del adulto que suele ser más pigmentada y se conoce como nevus de Reed. Los 3 tipos de lesiones son simuladores del melanoma.
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Los nevus atípicos suelen estar presentes en el inicio de la edad adulta y se caracterizan por tener 3 o más características del acrónimo ABCDE: (A) asimetría, (B) bordes irregulares, (C) coloración heterogénea, (D) diámetro mayor de 6mm y (E) evolución: cambios de forma, color o tamaño. Además de considerarse un marcador de riesgo de desarrollar melanoma, la propia lesión puede ser asiento de melanoma. Es muy importante la revisión periódica y seguimiento estrecho de estos pacientes, así como biopsiar las lesiones que puedan ser sospechosas.
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Los factores de riesgo principales de melanoma son tener un número elevado de nevus, especialmente si son atípicos, el grado de fotoexposición, el número de quemaduras solares en la infancia, el antecedente personal o familiar de melanoma. Otros factores de riesgo son el fenotipo claro (fototipo i-ii) y, en especial, el fenotipo pelirrojo.
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Los nevus melanocíticos son lesiones precursoras directas y marcadores de un mayor riesgo de melanoma cutáneo. Sin embargo, el riesgo de transformación de una lesión concreta en melanoma se considera bajo. Las estrategias recientes para reducir la carga de la enfermedad avanzada se han centrado en la detección temprana y la vigilancia continua de los nevus en busca de signos de alarma según el ABDCE. También es fundamental evitar las quemaduras solares en la infancia y el uso adecuado de fotoprotector con factor de protección solar ≥30.
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