Puntos para una lectura rápida
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Del análisis de problemas éticos complejos, y cómo actuar ante un paciente con trastorno mental grave y el deseo de procrear lo es, no se pueden esperar recetas simples ni algoritmos que eliminen la incertidumbre de manera automatizada.
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Como en toda toma de decisiones compartidas en el ámbito de la salud, es fundamental valorar la capacidad de hecho de un paciente cuando plantea traer al mundo a un nuevo ser humano (responsabilidad que le corresponde al médico que le atiende y a quien confía su intención).
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El deseo de descendencia de una persona adulta debe ser respetado. Pero la transformación de este deseo en un derecho necesita ser matizada, porque los hijos no son un objeto de derecho.
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Desde la perspectiva legal, además de la persona que padece el trastorno mental y que desea ser padre o madre, conviene tener en cuenta a los demás miembros de la familia, a fin de considerar unos deberes compartidos que aseguren ese “mayor beneficio del menor”.
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El Código de Deontología Médica establece la recomendación genérica de promover una procreación responsable, de tal modo que dar consejo prudente no se considera una intromisión.
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Los profesionales de la medicina y particularmente quienes ejercen la medicina de familia tienen una responsabilidad social que trasciende a la persona del paciente que atiende en un momento y lugar determinado.
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Una persona adulta tiene derecho a formar una familia, aunque tenga una enfermedad mental, con el requisito de tener suficiente capacidad para asumir los deberes que esto conlleva.
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