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El modelo biopsicosocial define el dolor como el resultado de una interacción dinámica entre diferentes factores biológicos, sociales y psicológicos.
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Las guías clínicas del dolor persistente no oncológico (DPNO) recomiendan un enfoque terapéutico personalizado, multimodal e interdisciplinar, que comience siempre con un enfoque no farmacológico.
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El abordaje no farmacológico del DPNO debe favorecer las intervenciones activas que se basan en el movimiento y que abordan los factores psicosociales que contribuyen al dolor.
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La educación en neurociencia del dolor y el ejercicio físico terapéutico son 2 pilares fundamentales en el abordaje no farmacológico del DPNO.
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La terapia cognitivo-conductual y la de aceptación y compromiso son los tratamientos psicológicos con mayor evidencia en DPNO.
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En las personas con analgesia inadecuada a pesar de las terapias no farmacológicas, se recomienda añadir fármacos según el tipo de dolor (nociceptivo, neuropático, nociplástico o una combinación de los anteriores).
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Se aconseja indicar medicación durante el mínimo tiempo posible, manteniéndola únicamente si el balance beneficio-riesgo es favorable para la persona.
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Las opciones farmacológicas que existen principalmente son: antiinflamatorios no esteroideos, antidepresivos (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina o antidepresivos tricíclicos), gabapentinoides, relajantes musculares, opioides débiles y fuertes.
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La evidencia disponible no apoya el uso de opioides (débiles y fuertes) en el tratamiento a largo plazo del DPNO.
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Las técnicas intervencionistas (tanto quirúrgicas como no quirúrgicas) para tratar el DPNO tienen una utilidad muy limitada, especialmente a largo plazo.
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